Fernando Villamizar Lamus
En Mayo de 2006, Thomas L. Friedman postuló en la revista Foreign Policy lo que él denominó la “primera ley de la petropolítica” (The First Law of Petropolitics), un título bastante ambicioso para el fenómeno que se pretende explicar, pues las llamadas “leyes” son difíciles de encontrar en ciencias no exactas.
En todo caso, esa llamada “primera ley de la petropolítica” consiste en la presencia de una correlación entre el precio del petróleo y el ritmo, el alcance y la sostenibilidad de las libertades políticas y reformas económicas en determinados países.
El mencionado autor comprueba, según sus mediciones, que entre más alto es el precio del petróleo en el mercado internacional, las libertades políticas se restringen en ciertos países que se ven beneficiados con esos precios altos.
En todo caso, esa llamada “primera ley de la petropolítica” consiste en la presencia de una correlación entre el precio del petróleo y el ritmo, el alcance y la sostenibilidad de las libertades políticas y reformas económicas en determinados países.
El mencionado autor comprueba, según sus mediciones, que entre más alto es el precio del petróleo en el mercado internacional, las libertades políticas se restringen en ciertos países que se ven beneficiados con esos precios altos.
Para hallar esta correlación, Friedman selecciona algunos Estados productores de petróleo, a los cuales los denomina “petrolist countries” (Estados o países petroleros) en los que se destacan entre otros Angola, Irán, Nigeria, Rusia y Venezuela, y procede a verificar cómo se han disminuido las libertades en esos países a medida que el precio del crudo empezó a aumentar a partir de la segunda mitad de los noventa del siglo pasado.
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