P. ¿De qué manera garantizar que los organismos de control sí ejerzan un control efectivo sobre la función pública?
R. Debería haber una unidad de investigación como el CTI. Debería utilizar todas las herramientas legales para investigar y para confiscar los dineros de los corruptos. A ellos les importa cinco la libertad, lo que de verdad les duele es que les toquen el bolsillo. Acá llevamos rogándole diez años a Uribe que nos muestre su declaración de renta, como si fuera un favor. Eso no es un favor, los políticos que aspiren a un cargo de elección popular deberíamos decir al inicio cual es nuestro patrimonio, ingreso y ahorro y contrastar esa información con los resultados al final del periodo. Lo que sobre y no se pueda demostrar que se ganó por medio de trabajo, debe ser confiscable.
Los congresistas actuales no resisten un análisis financiero de sus bienes. Ese conjunto de medidas llevarían a que exista un control de esa función.
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P. ¿Cuál es el problema más grande para democratizar al país?
R. A esos políticos no les interesa crear instituciones, le tienen un miedo a la legalidad. Señores como Álvaro Uribe le tienen un gran temor a la justicia porque tienen un rabo de paja inmenso. Siempre le tienen miedo a la justicia y por eso la sabotean y la entorpecen. Esos mismos viven del clientelismo por eso no les interesa un Estado diferente.
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P. ¿Cómo ve a Uribe en este momento, cuando lo abuchean en varios sitios y la candidatura de Óscar Iván Zuluaga a la presidencia no despega?
R. Esos son hechos muy dicientes. Es decir, Álvaro Uribe es un ídolo con pies de barro y cada vez se le va a notar más su barro. Es un tipo que no puede salirse de la política porque su rabo de paja es muy grande y lo único que lo protege es su popularidad.
Es decir “Yo soy un hombre corrupto, yo me enriquecí con mi familia, yo permití que se asesinaran 2300 jóvenes a mansalva para mejorar las estadísticas de bajas de la guerrilla y sacar pecho, yo cogoberné con paramilitares, yo metí sicarios al Palacio de Nariño para hacer complots contra los magistrados, yo tenía un jefe de seguridad que traqueteaba desde la oficina contigua a la mía, pero mataba guerrilleros”. Esa situación hizo pensar que él merece un lugar en la historia por matar guerrilleros.
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P. Siendo Colombia el país que es, la seguridad personal no está garantizada. Con este tipo de señalamientos y afirmaciones y con los debates que se adelanten en el Senado el riesgo incrementa. ¿Vale la pena el riesgo?
R. Defender el derecho a que uno pueda decidir qué hace o dónde vive, vale toda la pena. Claro que es riesgoso y no me voy a poner de heroína a que me maten. Cuando me he tenido que ir del país lo he hecho. Pero un bandido o un corrupto no va a decidir qué puedo hacer y qué no puedo hacer, dónde puedo vivir y dónde no puedo vivir. ¡Eso lo decido yo!
Yo sí creo que frenar el abuso y arrogancia del poder es fundamental para la democracia. Yo no soy heroína pero claramente soy una privilegiada de Colombia, tengo grado universitario, maestría, diplomado, doctorado, hablo dos idiomas, he podido trabajar en 15 países, soy una privilegiada. Si una persona con esos privilegios no lucha por la democracia, por la gente que nunca voy a conocer pero que hace parte de Colombia, entonces quién. Cómo hacemos Nación, cómo hacemos país.
De eso no me arrepiento. No me arrepentiré jamás.
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El país con el que sueña Claudia López | Confidencial Colombia
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