* Alemania, derrotada en la
Primera Guerra Mundial, debió indemnizar a los vencedores y el gobierno
socialdemócrata, con una crisis para mantener las empresas públicas, emitió e
imprimió dinero en cantidades colosales, llevando la inflación hasta 1 billón
por ciento en 1923. Se imprimieron billetes de 100 billones de marcos. La gente
combatía el frío quemando billetes, más baratos que comprar leña. Las nóminas
se pagaban a los trabajadores hasta 2 veces al día. Los consumidores llevaban
el dinero en carretillas para compras simples. En enero de aquel año una
canilla de pan costaba 250 marcos, 9 meses después llegó a 200 millardos. Una
nueva moneda desde noviembre de 1923, el Rentenmark (marco seguro), con
respaldo no en oro sino en tierras y producción nacional, logró detener la
hiperinflación.
* Hungría experimentó la mayor
hiperinflación de la historia, 41,9 trillones por ciento en 1946, destruida la
economía del país tras la ocupación nazi y la expulsión de Alemania por fuerzas
soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial. Con los precios fuera
de control, una tasa de inflación de 207% diarios, con los precios duplicándose
cada pocas horas, su moneda, el pengó, se devaluó de tal modo que llegaron a
emitirse billetes de 100 trillones hasta que el proceso se detuvo al
implantarse en agosto de 1946 una nueva moneda, el florín, que comenzó a
cambiarse a razón de 400.000 cuatrillones de pengós por cada florín.
* La de Zimbabue, en África
suroriental, es con la de Venezuela la otra hiperinflación del siglo XXI. El 16
de julio de 2008 llegó a 2,2 millones por ciento. Una bebida cuyo precio era
100.000 millones de dólares zimbabuenses una hora después costaba 150.000
millones.
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