Los suicidios de Madoff: la peor cara de la mayor estafa piramidal de la historia
- El gestor estafó 65.000 millones con un esquema Ponzi en 2008, con consecuencias que fueron más allá del dinero
El 11 de diciembre de 2008, Bernard Madoff era detenido. Se lo acusaba de estar al frente de uno de las mayores engaños de la historia. Su firma de inversión, que fundó en 1960, operaba bajo un sistema piramidal.
Con él estafó 65.000 millones de dólares –unos 49.000 millones de euros en la época-. Madoff era considerado uno de los mejores inversores de Wall Street. En realidad, los beneficios que reportaba a sus clientes no salían de operaciones, sino de lo aportado por nuevos clientes. Con los ingresos de los nuevos se pagaban los rendimientos de los antiguos.
Para garantizar que el sistema funcionara, un esquema Ponzi de libro, debían cumplirse dos condiciones. La primera, que se fueran sumando clientes ilimitadamente. Hasta la explosión de la burbuja inmobiliaria, no era demasiado complicado: el dinero fluía y la gente arriesgaba sus ahorros. Había clientes de sobra. La segunda condición era que no todos quisieran retirar sus fondos a la vez.
Antes de 2008, como el mercado iba bien, no había de qué preocuparse. La trama se fue ampliando hasta contar con clientes en todo el mundo, desde particulares a entidades financieras.
Pero al estallar la Gran Recesión, la mayor crisis desde el Crash del ‘29, todo cambió. Los inversores querían recuperar sus ahorros. Con un panorama de crisis, tampoco había gente nueva que quisiera invertir. Así, dejaron de cumplirse las dos reglas básicas que mantenían el sistema en pie.
El sistema empezó a colapsar, incapaz de pagar a todos los que reclamaban su dinero. Y todo salió a la luz. Madoff confesó a sus hijos que en realidad su firma era un fraude. Le habían pedido explicaciones porque algo no les cuadraba: mientras el sistema financiero sufría, su padre firmaba más de cien millones en bonus para los empleados de cara a la Navidad. En realidad, estaba repartiendo los pocos fondos que quedaban a la desesperada, antes de que menguaran todavía más, con unos inversores que querían sí o sí su dinero.
Sus hijos no dudaron y lo entregaron. Acabó enjuiciado y encarcelado. Hoy sigue en prisión, con una condena de 150 años. “He dejado un legado de vergüenza a mi familia y a mis nietos. Es algo con lo que viviré el resto de mi vida. Lo siento”. Las palabras de Madoff durante el juicio no sirvieron para tapar la cara más triste y macabra de su estafa: los suicidiosde los afectados.
Thierry de Villehuchet
El 22 de diciembre de 2008, apenas semana y media después de destaparse la estafa, se daba el primer suicidio. Thierry de Villehuchet, francés de 65 años, aristócrata, hombre de negocios y fundador de la gestora Access International (AIA), se cortaba las venas en su oficina de Nueva York. Había perdido entre 1.500 millones y 2.000 millones de dólares con la estafa de Madoff: su dinero y el de sus clientes. Creyó en las promesas de grandes retornos de Madoff al confiarle gran parte de su cartera, hasta un 75% del total, según Bloomberg.
Lilliane Bettencourt, heredera del imperio L’Oréal y mujer más rica del mundo, había puesto parte de su fortuna –más de 3.000 millones de euros- en manos de Villehuchet. De rebote, acabó estafada por Madoff.
“Se sintió responsable y culpable. Hoy, en el mundo financiero, no hay responsabilidad. Nadie quiere cargar con las culpas”. Con estas palabras, su hermano Bertrabd de Villehuchet intentaba arrojar luz al fatídico desenlace.
William Foxton
En febrero de 2009, el veterano de guerra William Foxton, inglés de 65 años, se suicidó tras no ver salida a su situación. Había perdido los ahorros de su familia en el entramado de Madoff. Oficial de la Orden del Imperio Británico, se pegó un tiro en la cabeza en un parque cercano a su vivienda de Southampton.
Según explica su hijo en una entrevista a ABC, formó parte de la Legión Extranjera Francesa antes de unirse a la Armada británica. Se retiró en 1970 y desde entonces había trabajado como consultor militar para el sultanato de Omán y como voluntario y portavoz para Naciones Unidas y para diversas ONG. “Quiero que vea que ha muerto gente por lo que ha hecho”, decía dolido su hijo. Pretendía presentarse en el juicio a Madoff y enseñarle las medallas de su padre a la cara.
Se especula que perdió más de 100.000 libras en la estafa.
Mark Madoff
La muerte más dolorosa para Madoff. Su propio hijo, que lo entregó a las autoridades, se suicidó el 11 de diciembre de 2010, exactamente dos años después de la detención. En ese lapso había intentado borrar cualquier conexión con la estafa.
Fue infructífero, puesto que acabó incluido en una demanda civil que impulsaron un grupo de estafados. De hecho, se suicidó –colgándose de una tubería de su casa- en la misma semana que se conoció que enfrentaría a la justicia por la demanda, relató el New York Times en el momento que reportó su muerte. Lo acusaban de vivir a todo lujo con dinero estafado y exigían el embargo de sus bienes para recuperar el capital de los damnificados.
Mark negó en todo momento conocer la estafa de su padre, a pesar de que era uno de sus empleados. También lo negaba su hermano Andrew. “No sabíamos nada”, repetían. Los abogados de los afectados hacían oídos sordos. Afirmaban que de una forma u otra se beneficiaron, ya sea vía salarios o bonus. A Mark Madoff le atribuían unos 70 millones de dólaresen ganancias por ser parte de la empresa de su padre.
Sospechas creciente a parte, después de salir todo a la luz Mark cambió de forma de ser totalmente. La culpa por entregar al patriarca lo carcomían, según personas cercanas. Su esposa comentó en entrevistas posteriores que intentó suicidarse dos veces, consiguiéndolo en la segunda.
“Soy responsable por la muerte de Mark y eso es muy, muy difícil”, confesaba Madoff desde prisión en una entrevista con la CNN en 2013. “Vivo con eso. Vivo con el remordimiento, el dolor que he causado a todos, desde luego a mi familia, y a las víctimas”, seguía.
Un año después, en 2014, Andrew, el único hijo que le quedaba a Madoff, fallecía tras perder la batalla contra el cáncer.
Bernard Madoff, el suicidio que no fue
Años después de la estafa, la mujer de Madoff, Ruth Apern, hizo una confesión que pocos esperaban. En la Navidad de 2008, dos semanas después de su detención y bajo arresto domiciliario, ella y Madoff tomaron un puñado de pastillas cada uno. Querían acabar con todo. “La situación era horrible”, decía al New York Times en octubre de 2011. Habla de cartas de odio, llamadas, encuentros con abogados... “Pensé ‘No puedo, no puedo con esto, no sé si voy a sobrepasar esto y no sé como podré hacerlo, tampoco quiero’”, decía Apern.
“Decidimos hacerlo. Estábamos de acuerdo. Fue muy impulsivo”. Madoff dice que haber fallado, haber despertado al día siguiente, le abrió los ojos. Por un lado, creía que podría ayudar a los estafados sus ahorros. Por otro, no quería dejar a su familia.
De pronto, tuvo lucidez después de décadas de gestar una mentira.
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http://www.lavanguardia.com/economia/20161211/412484599709/bernard-madoff-estafa-suicidios.html
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